Nervios, ganas y entusiasmo. Después de varios meses a causa del estado de alarma, la reapertura del restaurante KGB supuso una gran satisfacción para todos sus empleados, que poco a poco retoman su actividad en una nueva era para este bar de tapas que abandera la “democratización” de la alta cocina. “El regreso fue una locura, pero todo el mundo se volcó, ahí es donde te das cuenta del equipo que tienes”, cuenta el gerente y socio fundador de KGB, José Alberto Callejo, que recuerda cómo se tuvo que readaptar todo el servicio. “Redujimos la carta, pero siempre manteniendo la esencia malagueña, y la aceptación está siendo muy buena”.
Al ser un bar de barra, su reapertura se ralentizó al no poder cumplir la distancia social obligatoria. “No podíamos abrir, porque solo podríamos atender a seis personas. Fue muy duro para nosotros ver cómo otros lugares volvían a su actividad y nosotros no, pero asumes las cosas como son. Cuando volvimos, nos queríamos comer el mundo”, recuerda Callejo, que asegura que la clientela ha aumentado considerablemente en las últimas semanas.
La reducción de carta trajo consigo la introducción de nuevas tapas, creadas por la jefa de cocina, Irene Garrido, durante el confinamiento. “Había mucho tiempo para cocinar, y surgieron muchas ideas”, explica, resaltando el “gran trabajo” de todo el equipo para adaptarse a las nuevas circunstancias. “La gente que está detrás de esta barra y dentro de esa cocina hacen que todo funcione, sin ellos sería imposible”.
Según cuenta su gerente, el restaurante mantiene su esencia pese a la reducción de su carta y de su horario. “Abrimos solo los jueves, viernes y sábados, pero cada vez hay más clientela, tenemos incluso lista de espera. El centro está tomando vida de nuevo”.
En este sentido, Callejo recuerda que el concepto de KGB, “alta cocina a un precio accesible” ya ha atraído a más de 15.000 personas al restaurante desde sus inicios, con un total de 31 chefs invitados procedentes de diferentes partes de España.